Algunas Historias sobre interrupción del embarazo

Detrás de la agitación de los debates públicos se encuentran las experiencias personales: un embarazo no planeado, violación, influencia familiar, una crisis médica, sentimientos de pérdida.
Incluso en lugares en los que la práctica es legal, puede ser complicado hablar del tema, lo que nos mostró un amplio rango de motivos, medios y consecuencias de un aborto.
Detrás de la agitación de los debates públicos se encuentran las experiencias personales: un embarazo no planeado, violación, influencia familiar, una crisis médica, sentimientos de pérdida.
Estas historias (recopiladas de Internet) provienen de distintos puntos del planeta. Estas reflejan el espectro de la legislación referente al aborto y el importante papel que desempeñan el dinero, la tecnología, la información y la cultura para determinar la seguridad y las consecuencias del procedimiento. Los relatos han sido editados con fines de claridad y de protección de la identidad de las personas involucradas.
Para algunas mujeres, el aborto conlleva un dolor irreparable, particularmente cuando se suma a otros sucesos traumáticos como una pareja violenta.
Lexington, Massachusetts, Estados Unidos
El aborto es legal en Estados Unidos. Cada estado tiene sus propias restricciones para el procedimiento, incluyendo periodos de espera o límites de tiempo, por lo general, antes de las veinte a veinticuatro semanas de gestación.
GR: Ya teníamos tres hijas cuando se presentó un embarazo inesperado. Mi marido repetía que solo quería un cuarto hijo si era niño. Sugirió que me hiciera una prueba para conocer el sexo del bebé a las once semanas. Cuando le dije que no lo haría optó por el aborto.
Una fría mañana de enero de 2009, mi ahora exesposo me llevó a una clínica, que hoy en día está cerrada, fuera de la Carretera 9 en Boston. Recuerdo ir sentada en el auto detrás de él, y no a su lado, pues ese aborto era idea suya.
Entramos a la sala de espera, donde mi esposo pagó el aborto. Lloré durante una hora sentada en una silla a su lado. No pude completar el formulario de ingreso. No pude marcar la casilla en la esquina inferior de la página que preguntaba si había coerción.
Estaba temblando, llorando y asustada. En determinado momento, un trabajador de seguridad canoso se me acercó y dijo: “Usted no debería estar aquí”.
Con gran reticencia, firmé el formulario y esperé mi turno.
Años después de eso, escucho el llanto de los recién nacidos —en la tienda de abarrotes, en el aeropuerto camino a un viaje de negocios, en los parques, en las aceras— y me asalta el recuerdo de aquel frío día de enero.
Kuge, Nigeria
El aborto es ilegal en Nigeria a excepción de cuando se practica para salvar la vida de la mujer.
RL: Mi novio quería tener relaciones sexuales, pero yo no tenía ganas. Intentó penetrarme. Yo batallé para resistirme. Semanas después enfermé. Fui al hospital y me dijeron que estaba embarazada.
Enfrenté a mi novio, pero no aceptó el embarazo. Pensé que con esto le rompería el corazón a todos los que me habían cuidado. Tenía mucho miedo y estaba completamente sola ante la situación.
Entonces, mi novio me llevó con un prestador de servicios sin capacitación, quien llevó a cabo el procedimiento quirúrgico a las doce semanas de embarazo. Fue sumamente doloroso y se realizó en un lugar muy sucio. Tenía miedo de morir.
Dos meses más tarde, volví a enfermar y regresé al hospital; un análisis reveló que tenía veinte semanas de embarazo. Seguí con el embarazo, pero el bebé nació muerto a las 37 semanas.
Tardé mucho en recuperarme después de la muerte de mi hijo. Sigo sintiéndome responsable de alguna manera de que el aborto fallido haya expuesto al bebé a una infección.
Brisbane, Queensland, Australia
La legislación australiana en cuanto al aborto varía en cada estado. En Queensland es ilegal salvo cuando se practica para proteger la salud física y mental de la mujer.
S: Después de seis intentos de fecundación in vitro, concebimos un bebé. Durante nuestro primer trimestre de pruebas descubrimos una alteración cromosómica. Yo tengo un hermano con la misma discapacidad, a quien tendré que cuidar una vez que mis padres ya no puedan hacerlo.
Fue principalmente debido a ese factor que tomamos la decisión y también porque no deseábamos que nuestro hijo tuviera una vida de dificultades y dolor.
A pesar de ser un delito en mi estado, mi obstetra y un colega suyo se encargaron de la documentación para hacer una excepción y practicar un aborto quirúrgico a las doce semanas. Los cuidados fueron adecuados y no me sentí juzgada. El desembolso total ascendió a 500 dólares australianos (300 dólares estadounidenses).
Fue una experiencia traumática que me cambió para siempre. Yo siempre estuve a favor de la libre elección, pero jamás pensé que sería yo quien tendría que tomarla.
Tegucigalpa, Honduras
Según el código penal hondureño, el aborto es ilegal en todos los casos. En el código de ética médica existe una posible excepción en casos en los que un aborto pueda salvar la vida de una embarazada, pero eso es algo que puede ser difícil de determinar y el código de ética no alcanza el nivel de legislación nacional.
GG: Apenas tenía 16 años. Mi pareja en aquella época no era la ideal; estaba estudiando y no tenía estabilidad económica, y yo siempre he tenido miedo de la maternidad.
Encontré un médico en mi comunidad, le hablé de mi situación y decidió “ayudarme”. Para él era una situación riesgosa y yo no contaba con la fuerte cantidad de dinero que me pidió. Dijo que me haría un descuento si tenía relaciones sexuales con él. Atemorizada, acepté.
Luego de que le “pagué”, inyectó una sustancia e introdujo unas pastillas en mi útero. Fue doloroso, como una especie de cólico, pero peor. No podía decirle a nadie y estaba preocupada porque durante la noche ni siquiera sangré. Tenía miedo de que no funcionara y de que terminara con un bebé enfermo.
A primera hora del día siguiente fui al médico. Me examinó y dijo que el embarazo estaba en una etapa tan temprana que mi cuerpo había reabsorbido todo [los restos del embrión].
Tiempo después volví a tener mi periodo menstrual. Fue abundante y tenía mal olor, pero desde entonces no he presentado irregularidades. Hasta hoy desconozco las repercusiones que esto pudo haber tenido en mi cuerpo.
Nadie se enteró, excepto mi pareja. Tuve que seguir con mi vida como si nada hubiera pasado.
Calgary, Alberta, Canadá
No hay legislación federal que prohíba el aborto en Canadá, pero las leyes provinciales varían. En Alberta, los abortos son legales hasta las veinte semanas.
JT: Me practicaron un aborto quirúrgico gratuito en una clínica en la ciudad donde vivo. Fue una de las decisiones más sencillas y relevantes que he tomado.
La mañana de mi procedimiento no se me permitió comer ni beber nada. Debí llevar a una persona a la clínica para que me esperara y me llevara a casa. Una vez que cruzamos la seguridad a la entrada, me admitieron y me llevaron a la sala de espera. Luego, dejé a mi amiga, me puse la bata y esperé en una sala común con otras pacientes.
Después del ultrasonido, que no me obligaron a mirar, y de otra sala de espera, me llevaron a mi intervención quirúrgica. Di mi consentimiento y me sedaron.
l despertar, pensé que me había quedado dormida y no me habían hecho la operación, pero ya había terminado. En la clínica, me sentí segura y aliviada. Siempre me sentiré agradecida por haber podido practicarme un aborto.
Ciudad de Baguio, Filipinas
El aborto está permitido si tiene el fin de salvar la vida de una mujer, pero la ley no lo establece explícitamente. Las mujeres de bajos recursos recurren a la medicina herbolaria buscando pociones para abortar, y el Instituto Guttmacher, una autoridad mundial en investigación de salud reproductiva, calcula que aproximadamente mil mujeres filipinas mueren cada año a causa de complicaciones ocasionadas por un aborto.
Después de que una mujer aborta, incluso en etapas tan tempranas como la décima semana de embarazo, puede experimentar escurrimiento de calostro, una forma temprana de lactancia.
Mia: Era 1998 y yo tenía 20 años. Descubrí que estaba embarazada en vísperas del Día del Padre. Felicité a mi novio al día siguiente con una tarjeta del Día del Padre. Estaba feliz.
Al día siguiente fui a que me hicieran un ultrasonido. Ahí me enteré de que tenía dos meses de embarazo. Quedé pasmada. Había estado saliendo con mi novio desde marzo, pero no tuvimos relaciones sexuales sino hasta el mes de mayo. El bebé no era suyo.
Cuando llegamos a casa aquella tarde, llovía a cántaros, no había electricidad y aun así debía decírselo. Obviamente estaba molesto. Luego de un tiempo dijo que la decisión era mía. Decidí abortar.
El aborto no es legal en mi país, así que lo hice en secreto. La abortista nos cobró 10.000 pesos filipinos (aproximadamente 500 dólares, con el ajuste de la inflación), 1000 por cada semana que llevaba —una fuerte suma para una pareja joven—.
La noche del aborto, mi novio me llevó a un punto establecido. Un chico, de unos 12 años, se reunió conmigo y caminamos unos minutos hasta llegar a una casa de tablillas en una de las zonas más pobres de la ciudad.
La “abortista” me llevó a una habitación con una iluminación muy tenue. Antes me había dado la instrucción de llevar conmigo un camisón. Me dijo que me lo pusiera. Entonces trajo unas pastillas y un vaso con agua para que me las tomara. Eran como las ocho de la noche. Luego me señaló una cama y me dijo que durmiera hasta que llegara la hora.
Como a la medianoche me despertó el dolor ocasionado por las contracciones. Llamé a la abortista y vino de inmediato. El dolor aumentó deprisa hasta el punto en el que me dijo que pujara, y así lo hice. Terminó muy rápido.
Me preguntó si quería saber el sexo del bebé. Respondí: “Hindi” (No). De cualquier modo me dijo que era un niño, solo en caso de que mi novio quisiera saber.
Procedió a limpiarme y luego dijo que era tiempo de marcharme. Así, a altas horas de la madrugada, caminé de vuelta al costado del camino con el mismo chico. Mi novio estaba esperando y nos fuimos a casa.
Al día siguiente escurría calostro de mis senos. No sabía qué hacer. Me puse compresas tibias sin saber que eso fomentaría la producción de leche.
Terminé con un caso grave de mastitis que requirió cirugía. Tuve que decirle a mi cirujano lo que había sucedido, pero le rogué que no les contara a mis padres. En los documentos decía únicamente que había tenido una infección.
Tuve que dejar la escuela de Derecho para someterme a cirugía por la infección. Después ingresé a la escuela de Enfermería.
Hasta hoy mis seres queridos no saben acerca del aborto. Sigue siendo tabú hablar al respecto. ¿Que si me arrepiento de haberlo hecho? No. No estaba lista para ser madre y menos de un niño que no era producto del amor.
Tener un embarazo no planificado es algo muy común, y muchas personas deciden realizarse un aborto. Decidir hacerse un aborto no significa que no desees tener hijos nunca o que no amas a los niños. De hecho, 6 de cada 10 personas que se hacen abortos ya tienen hijos, y muchos de ellos deciden terminar un embarazo para poder concentrarse en los niños que ya tienen. Las personas que no son padres cuando tienen un aborto suelen tener un bebé más tarde en su vida, cuando sienten que están en una mejor situación para ser padres. En fin, la decisión de tener un bebé y cuándo hacerlo es muy personal, y solo uno sabe lo que es mejor para vos y para tu familia.