Hablemos de nutrición

Dra. Mélida Manzanares.
Médico y Cirujano.
Nutrióloga Clínica
Invitar a leer sobre nutrición para algunas de nosotras, parece sonar repetitivo, poco divertido y con un trasfondo de complejidad o de alto costo económico. Sin embargo, al analizar bien la materia, se descubre que la nutrición es un arte, en el que nuestro cuerpo es un lienzo en blanco y podemos añadirles colores, texturas, pero también aromas y sabores. Basta con tener en cuenta que la palabra nutrición etimológicamente proviene del latín “nutritio” que significa: amamantar, ¡Cuanta belleza y ternura incluye la experiencia del buen comer!.
Inicialmente, quiero darles el tip de que decir “estoy a dieta”, para describir una situación especial en la alimentación es incorrecto, porque al referirnos a dieta, simplemente hablamos del conjunto de alimentos que consumimos habitualmente, por lo que siempre “estamos a dieta”, la próxima vez que queramos pasar de una bebida brutalmente azucarada, por motivos de una correcta nutrición, digamos “te agradezco, pero llevo una dieta balanceada” ya que esta última, apunta a la alimentación que aportan todos los nutrientes convenientes, en su porciones correctas, para el buen funcionamiento de nuestro organismo y la adecuada prevención de las enfermedades.
A lo largo de nuestra vida, las mujeres atravesamos distintas ciclos biológicos que incluyen variaciones físicas y emocionales; y debemos acondicionarnos para esos cambios de la manera más amistosa posible con nosotras mismas, no obstante, la mayoría de las veces optamos por opciones, sin averiguar las posibles repercusiones que finalmente nos dejan un mal sabor en nuestra autoestima.
Por ejemplo, elegir dietas altamente restrictivas con un inicio brusco, generalmente culmina en algunos días llenos de estrés, falta de adherencia o adaptación, seguido del colapso del cuerpo y la mente ante ese cambio drástico, por lo que se genera un sentimiento de culpa, insatisfacción y fracaso.
Otro patrón común es elegir dietas genéricas de internet, que pueden resultar costosas (cuando proponen alimentos de baja disponibilidad en el país); suelen resultar insuficientes, ya que estaos tipos de dietas no individualizan las necesidades propias de cada persona en sus parámetros nutricionales (peso, altura, edad, actividad física, factor de estrés, porcentaje corporal de grasa, de minerales, pliegues cutáneos, circunferencias corporales, exámenes de laboratorio, patrones alimenticios, etc), lo que eventualmente tienen un desenlace contrario al esperado, pero sobre todo podrían resultar peligrosas al no tomar en cuenta el historial médico familiar y personal, alergias, cirugías previas y medicación actual, en las que al combinar algunas enfermedades, con una dieta inadecuada, pueden tener consecuencias inclusive mortales.
Debo mencionar también que existen muchos mitos sobre la alimentación que son normalizados en la comunidad, por ejemplo: “Si omito una comida, puedo bajar de peso”, “el limón quema grasas”, “los carbohidratos son malos”, “para bajar de peso debo comer solo frutas”, “tomar agua helada engorda”, “después de dar a luz, solo se debe de comer tortilla con cuajada y sal”; como estos, hay muchos mitos más, que podemos abordar en los siguientes artículos, que demuestran la importancia de consultar a un especialista de la nutrición.
Para iniciar une estilo de vida saludable, les soy honesta: hay que tener en cuenta en primer lugar, que no existe una fórmula mágica o sin esfuerzos aparente, en la que se pueda revertir completamente en pocos días, los efectos de los malos hábitos de muchos años, realmente la alimentación equilibrada debe ser variada, agradable y suficiente, acorde a la demanda del organismo para conseguir un balance, sin carencias, ni excesos, acompañada de actividad física y sobretodo que genere satisfacción y orgullo, por lo tanto cariño y amor propio.
Cuando un paciente acude a mi consulta nutricional, se me hace imprescindible realizarles un chequeo de medicina general, evaluarles de manera integral, preguntarles alimentos y bebidas favoritos, así como alimentos y bebidas que no le gustan, ejercicios físicos que podría disfrutar realizar y ejercicios que no le gustan del todo, analizo el contexto religioso, cultural, ocupación, tiempo disponible para realizar ejercicios, alimentos accesibles y los hábitos alimentarios; porque las dietas balanceadas, de cierta manera se asemejan nuestros zapatos, deben de ser de nuestro gusto y de nuestra talla.
Lo ideal es asistir a la consulta nutricional y cumplir el seguimiento necesario, por hoy les comparto algunos hábitos saludables, para que pongan en práctica: incluir verduras en todas las comidas, cocinar al vapor o hervir en vez de freír y sobretodo, el secreto es el balance, siempre podes comer tus alimentos favoritos en las porciones adecuadas.